PREMIO DE ORO A LA FIDELIDAD

Quiero rendiros un homenaje digno a todas/os mis seguidoras/os. Muchas gracias por vuestras visitas a mis BLOGS en el 2010… Os invito a llevaros este regalo para que lo colguéis en vuestros BLOGS… si así lo consideráis oportuno. Un abrazo si...eso. Pero además es un verdadero honor para mi entregárselo a quienes tan dignamente se lo han ganado, como son las personas que hacen de su modo de vida el RECICLAJERealinzando verdaderas obras de arte con el.

martes, 11 de noviembre de 2008

Otra de mis clasicas TORTILLAS MENTALES; sobre el AMOR.

Cosas del AMOR que pasan todos los días.

En un banco del parque del pueblo está una pareja discutiendo. Ella está envuelta en lágrimas, él intenta comprender la situación mientras fuma un cigarrillo. Hace semanas que estás distante e indiferente dice… Rosi, yo pensé que lo tomarías como normal y de repente hasta estarías contenta de que termináramos, dice el hombre. Es que de veras no me entiendes, ¿verdad Pedro?... dice Rosi, entre pucheros. Pues la verdad no, contesta el hombre, con las mujeres nunca se sabe… Estoy embarazada, suelta entonces Rosi, y a Pedro se le cae el cigarro de la boca.


No es posible Rosi, ya que siempre usamos condón (con perdón espero que se pueda escribir esto a estas hora), no puede ser. Pues es, y es tuyo, dice Rosi. Un silencio de unos cuantos segundos eternos sigue a las palabras de Rosi, mientras comienza a circular el viento húmedo que anuncia el aguacero de la tarde. Pedro se lleva las manos a la cabeza, se peina y se queda mirando al suelo, no sabe qué decir. Lo reconoceré como mío, pero no me caso con tigo, atina finalmente a decir Pedro.
Si no te casas conmigo, el niño no tendrá tus apellidos y será como si nunca hubiera tenido padre, contesta resuelta Rosi. Las cosas a medias no van conmigo, o todo o nada. Tú gozaste con migo y ahora no quieres afrontar las consecuencias y eso no es justo.


Madre mía, responde Pablo, nunca dije que te amaba ni que me casaría contigo. Lo nuestro era solo carne, pura calentura. Acuérdate que venías de la decepción sufrida con Luis, que a última hora no se casó contigo. Yo llegué y te ofrecí consuelo y así empezó todo, pero amor, matrimonio, nada de eso se habló. Me vas a disculpar. Por eso sólo te puedo ofrecer reconocerlo, pero si tú no quieres, pues no será así.


La pareja queda otra vez en silencio. Unos niños pasan en bicicleta con grandes carcajadas, un vendedor de algodones despacha su producto a una señora con dos niñas y el policía de turno juega con sus llaves, mientras mastica un chicle. El viento se torna más húmedo y empiezan a caer las primeras gotas y sólo unos instantes después, comienza el gran aguacero. Pedro le dice a Rosi, mira, vámonos enfrente de la comisaría, aquí nos vamos a empapar. Pedro toma la mano de Rosi y ambos corren hacia el edificio en donde está la policía y el banco. Ambos se mojan un poco.


Comienzan a formarse los ríos de agua en las calles y se puede ver cómo corre la gente a guarecerse de la lluvia, los niños de las bicicletas pasan enfrente de la pareja, contentos de estarse mojando. Una señora que compraba algodones camina más serena cobijada en un gran paraguas negro y sus dos hijas. El algodonero corre a refugiarse hacia el edificio de la comisaría y se coloca cerca de la pareja.


Pedro aprovecha para comprarle unos algodones, de repente le habían entrado ganas. Le da uno a Rosi, que lo recibe sin decir palabra. Ambos comen viendo la lluvia caer y el agua correr por las calles del pueblo. Esta va a ser lluvia de toda la tarde, dice Pedro. De toda la noche diría yo, contesta, Rosi mientras se lleva un bocado de algodón rosado a la boca. El policía de la puerta, pasa a la par de Rosi y le echa una mirada lasciva. Pedro reacciona y le dice, temerariamente, tranquilo Señor, que está joven esta acompañada. Rosi entonces se siente bien, al fin un gesto amable de Pedro. Sonríe. Pedro que nota su satisfacción la dice, rápidamente, vas a tener un hijo mío, y eso se respeta, faltaría más.


Por un momento los dos se olvidan de la discusión y Pedro la recuerda de cuando eran pequeños y Rosi se quedaba a mediodía en su casa a esperar a su mamá, que pasaba después por ella. Tu pellizcabas de lo lindo le dijo a Rosi, mientras soltaba una carcajada, es que no me gustaba que te quedaras, le contesto ella, haciendo un gesto mimoso, porque en cualquier momento yo decía algo y a ti te sentaba mal y entonces te daba el pellizco. A veces jugábamos bien durante un buen un rato, pero tú venías con el pellizco por cualquier cosita y arruinabas todo. Es que tú eras un abusón, contesta Rosi, poniendo nuevamente cara de mimosa ¿cómo te iba a dejar que te burlaras de mis zapatos ortopédicos?


Y así continuo la pareja discutiendo durante un buen rato, como si la conversación de antes hubiera quedado olvidada. Hacerse los locos a veces es saludable, de todos modos la lluvia los tenía atrapados.


La lluvia, mientras tanto, seguía azotando fuerte, ahora con granizo. Un viento helado le dio un escalofrío a Rosi, y notándolo Pedro, la invitó a un café en la cafetería que tenían a dos pasos. Al entrar en la cafetería, Rosi dice tener que ir al baño. Pablo espera sentado mientras mira la lluvia por la ventana, ¡cuánta agua está cayendo sobre el pueblo!


La conversación sigue, muy amena, como no había sucedido antes. Pareciera que es la primera vez que salen, animados se ven los dos. Serán padres en nueve meses, quizás eso los hace sentirse cómplices, tal vez no todo fue carne y lujuria, tal vez hubo algo más. Afuera, llovía y seguía lloviendo.


El tema, inevitablemente, tenía que volver a salir. Rosi se puso seria y dijo, ¡bueno entonces qué vas a hacer Pedro!, contéstame de inmediato. Es que eso del matrimonio es complicado, tienes que entenderme Rosi. Yo estoy empezando, apenas hace un mes me dieron trabajo en la Cooperativa del pueblo, y de todos modos sigo a prueba. Y los niños son una molestia que ahora mismo no podemos afrontar, no sé si los voy a poder aguantar.


Es todo o nada, tu decides, responde Rosi, si no quieres aceptarlo, me voy a la capital con una mi tía mía que vive sola y que me ha ofrecido su apoyo. Si dejas que ahora me valla olvídate de mí y de mi hijo, ya que a partir de este momento, contigo ya no querré nada de nada.


Dos cafés y unas pastas, son consumidas en una calma tensa, reinaba un profundo silencio entre ambo. Rosi sabia que se estaba decidiendo su futuro y el de su hijo y espera, ahora serena y resuelta, a que Pedro decida de una vez por todas.


El casamiento es complicado Rosi, contesta Pedro, no se puede decidir a la ligera. Yo no sé si tu quieres, o no… todavía a Luis, y acuérdate que yo todavía ando dolido con lo que me hizo mi ultima novia, María Luisa. No es así, las decisiones hay que tomarlas con calma…con mucha calma, argumenta Pedro. Yo te quiero, Rosi, pero la verdad, no sé cuánto ya que en estos momentos me embargan un montos de dudas, cariño.


Rosi le escucha mientras un nudo amargo se le hace en la garganta, pero se propone no llorar. Afuera la lluvia cedió un poco y entonces ella se levanta de la mesa y se despide, y le advierte a Pedro, que es para siempre. Él, por alguna inexplicable razón, la mira viéndola transfigurada y hermosa, como si de una aparición se tratara, la ve irse debajo de una recia llovizna y admira el grácil movimiento de caderas, acompasado del de su cabello negro y largo de la mujer que será madre de su hijo y que ve como se aleja. Pedro no atina a seguirla, parece como si algo le retuviera y no atina a salir corriendo para detenerla y pedirle perdón y ofrecerla matrimonio.


Al día siguiente Rosi parte hacia la capital, muy temprano por la mañana, en medio de una espesa bruma. No consiguió dormir en toda la noche. La paso toda soñando despierta, con que él vendría a sacarla del autobús y que le dijera, arrepentido, que ella y su bebé eran todo para él.

Pero esto no ocurrió y la desesperación la embargaba, ante un futuro tan incierto, que seria de ella y su bebé de que vivirían. Al cavo de un mes, cundo empezaba a perder toda esperanza de que Pedro la buscara, Pablo llegó hasta la casa de la tía de Rosi, era una mañana soleada, y allí estaba el, con un ramo de flores blancas.


Rosa sin poder contenerse, se arrojo en sus brazos. Mientras las lagrimas bañaban su dulce cara, no encontraba las palabras para decirle a Pedro lo mucho que ella lo amaba. Pedro que al igual que ella no podía contener sus lagrimas, acariciándola la tripita, atino a sacar del bolsillo de su chaqueta una pequeña cajita, que entrego a Rosa, en su interior encontró un anillo y una fecha, en la que según el, quería que se casaran. A Pedro se le veía más flaco, demacrado y ojeroso, pero a Rosi le pareció el hombre más guapo del mundo Mundial.


Se casaron, fueron felices y a cada uno les dieron con el plato en las narices y a quien DIOS se la de San Pedro se la bendiga, si…eso

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola...hola...José Luis...me tenias sobre ascuas he leido la primera parte en el foro de Pizarro y digo...esto tié que acabar bien...Aunque espero que acertaran con casarse que a menudo estas bodas a la "fuerza" acababan un poquino perjudicás...se nota como han pasado los años...sobre todo por nosotros... hoy la meta no seria la BODA, ante todo hoy habria que anteponer si es lo adecuado porque para muchas mujeres ver como premio el que se casen con ellas es cuando menos "algo machista", me alegro de tu incursión en el relato corto, sigue asín, diviertete sobre todo... Creo que tu no piensas como el protagonista,,,eran otros tiempos...eso ya pasó, ahora ellas prefieren que no te cases, pero que contribuyas con una pensión alimenticia que pa eso el placer fué de ambos.

Por cierto... nunca, pero nunca...nunca habia visto unas libelulas haciendo un setenta menos uno, pedazo foto bandido.

Que tengas un buen dia. PEROLO

Anónimo dijo...

Hola Jose Luís, agradecco tu visita a mi particular rincón, ha sido una sorpresa muy grata.

Decirte también que me agrada que hayas enriquecido mi humilde poema aportando pinceladas de tu aferrado convencimiento.

Después de curiosear por tu blog
creo conocerte un poquito más.

No dejes de visitarme y corregir o aportar todo lo que creas o estimes oportuno.

Como tú dirías: un saludo si eso.