MIS ACUARELAS DE RETOÑO.

MIS ACUARELAS DE RETOÑO.

Caminante no hay camino se hace camino al andar, caminemos entonces y empecemos a pintar, que es lo que hice yo en mi tierna infancia, si es que se puede decir pintura a lo que yo hacía...

Pintar bajo mi humilde opinión de pintor, más por entretenimiento que por conocimiento, en esta y en otras muchas materias de mi vida cotidiana, es una manera de sentir algo y pretender expresarlo, sobre algo que se tiene, o algo que no se tiene y que sin embargo se añora.

La pintura como la realizada por mí, es una forma como otras muchas, de exteriorizar nuestras inquietudes internas, no siempre se acierta en esto de pintar, ya que todos sabemos que doctores tiene la iglesia y también pintores, unos con gran renombre y otros como es mi caso medianamente ilustrado y así nos va.

Yo empecé a pintar “si es que alguna vez pinte algo” a muy temprana edad, pues tenía yo unos diez años, esta inquietud mía por pintar surgió a consecuencia de que veía a un vecino mío pintar, unas veces con una especie de paleta y otras con una cuchilla, nunca le vi pintar con pincel alguno y sus lienzos consistían en contrachapados que el previamente recogía y desmontaba de los muebles viejos que otros tiraban.

Ya dice mucho de mí al atreverme a pintar con pinceles, al principio lo intente con los mismos instrumentos artísticos que los de mi improvisado Maestro en la lejanía, pero fue inútil, no tanto porque no se pudiera ¡no! Si no porque es materialmente imposible al menos para mí pintar con “acuarelas” guarrindongas que era el tipo de pintura asequible de la que yo podía disponer.

Empecé utilizando como lienzos los cartones que encontraba por la calle ya que por entonces no habían tiendas en mi lugar de residencia que vendieran ese tipo de materiales bastante había con tener unas tiendas de ultramarinos en las que se vendía lo imprescindible y por otra parte tampoco podía coger los contrachapados ya que un día lo intente en el mismo “almacén” que mi “Maestro” y casi me hostia, al pillarme desmontando un armario, llevándose el muy fresco lo que yo con sudores había conseguido apartar.

Eran tiempos muy difíciles no solo para tener inquietudes pictóricas, si no para poder tener los alimentos esenciales para la normal subsistencia, no sería justo si no resaltara que gracias a las “ayudas” alimenticias que los Americanos entregaban a España, consistentes en leche en polvo, queso de color amarillo del que nos daban una pequeña porción de aproximadamente un cuarto de kilo por persona con derecho a dicha ayuda y unas “nunca olvidadas” judías “caretas” más duras que la calavera de San Pedro

Después de este pequeño recorrido por la historia de mis avatares vivenciales y pictóricos es tiempo ya de que describa con más o menos acierto lo que ha significado para mí el paso por esta bella actividad pictórica.

Como decía al principio empecé después de muchos encontronazos conmigo mismo al no salirme las cosas tan fáciles como yo veía que las hacia mi ilustrado Maestro.

Bueno al final y no sin grandes esfuerzos y artimañas pude conseguir iniciarme en este vello arte de la pintura, las herramientas necesarias para su desarrollo las conseguía como buenamente podía, (no puedo por menos que contar aquí, que para conseguir los pinceles, una vez le corte el flequillo a mi hermana mayor mientras dormía, podéis imaginaros la que me monto cuando se despertó y vio que ya no tenía flequillo) pero todo era por el arte, ya que de otra forma no hubiera podido continuar con mi aprendizaje.

Otra cosa fué conseguir las pinturas necesarias y otra vez aquí había que echarle imaginación, ya que no era nada fácil conseguirlas a parte de que no disponía de recursos económicos, es que aunque los hubiera tenido como decía al principio, tampoco existían las tiendas cercanas para comprarlas.

Así que tuve que utilizar las pinturas de pintar las casas ya que de estas si se disponía en la droguería, aunque con sinceridad, las mas de las veces las conseguía a base de quitárselas a mis vecinas, el más fácil de conseguir fué el azul, que lo conseguía del añil que mi abuela empleaba para la ropa, otros de los colores de mas fácil localización eran el amarillo y el marrón, el amarillo lo cogía de cocer el azafrán y el marrón del pimentón.

Bueno y sin más preámbulos aquí dejo una pequeña muestra de mis inquietudes pictóricas de retoño, espero y deseo que sean de vuestro agrado, pues como debéis suponer a estas alturas no acepto criticas, si comentarios de los que estaré encantado de responder debidamente, ya que la distancia recorrida desde el día en que las pinte hasta este humilde momento de exponerlas, han transcurrido los suficientes años como para que las “criticas” ya no surtan el efecto deseado en su continuidad, ya que ultimamente no pinto nada ¡si es que en algún momento pinte algo!

Tengo que dar las gracias a mi instigador y AMIGO PEROLO, ya que me acusa de ser un vago y de no poner nada en más de cinco meses, gracias AMIGO.

Espero y deseo tu respuesta, así como la de todo aquel o aquella, que tenga el atrevimiento de leerme.

Gracias de antemano.